martes, 26 de marzo de 2019


VIAJES ANTERIORES: PRIMER VIAJE DE MARÍA



 Abril 1949, la oscuridad de la noche envuelve la pequeña estación de tren, ya hace rato que han pasado de las nueve, pero como es habitual el tren llega con retraso. La imprecisión de los trenes de una posguerra que en España se alarga más de lo normal. Dentro del tren escasamente iluminado una joven nerviosa viaja sola, o al menos eso es lo que parece a primera vista porque si la miras con detenimiento te das cuenta que ese pequeño envoltorio de lana alberga una vida. Es el primer viaje de María si dejamos de lado su viaje principal: el de su nacimiento hace ahora apenas un mes y medio, pero eso ella ya no lo recuerda. Aquella preciosa cajita donde las niñas acumulan los recuerdos aún no acaba de funcionar del todo. Lo que si es capaz de captar son las sensaciones de su madre y la nota triste y nerviosa. Triste por los que deja atrás, nerviosa por el futuro que le espera.

La luz cegadora irrumpe a la par que el traqueteo del expreso procedente de Córdoba, por instantes la estación de Manzanares se ilumina. Un hombre joven espera nervioso el reencuentro con su joven esposa, también hoy por fin podrá conocer a María su primera hija. La ve bajar del tren, menudita y chata ese es uno de los momentos en los que es consciente de cuanto la ama. Corre a ayudarla y recoge la maleta de cartón, la pequeña llora.

-         -Tiene hambre. – dice ella consciente de que el largo viaje le ha impedido ponerla a mamar con tranquilidad – Vamos corriendo para casa….

-       -  Pues tendremos que esperar – dice el – Pepe aún no ha llegado con el carro.

En ese momento ella vuelve a ser consciente de las limitaciones del lugar donde vive, nada que ver con la Córdoba que ha dejado atrás. Membrilla es otro mundo, más oscuro, más frio, más triste si cabe o puede que lo que sucede es que ella no se acaba de acostumbrar a la vida de casada. Pero ahora esta María, nunca más se sentirá sola, ¿Cómo es posible que una cosa tan chiquita le de esta sensación de seguridad y acompañamiento?

El tren inicia de nuevo su marcha hacia otros lugares inaccesibles para ellos, es imposible imaginar la vida más allá de los confines de Membrilla y de su casa, de nuevo en la estación reina la oscuridad.

La espera en medio del andén se hace larga, por la noche la estación está cerrada, el frió de la estepa manchega arrecia por las noches. Hay un pequeño soportal donde se guarecen del frió, no hablan mucho, la idea del amor romántico hace tiempo que voló para la joven dando paso a aquellas obligaciones que se recomiendan desde el movimiento. Membrilla antes colectivizada, es ahora todo un ejemplo de cómo se rigen los pueblos de la España oscura. Prefiere no pensar porque cuando piensa el miedo y la tristeza la embargan, él también tiene miedo desde que a los dieciséis le toco ir a aquella guerra cruel y después de que cumpliera los cuatro años de servicio militar. Por eso ante cualquier suceso que rompa con la cotidianidad ha aprendido a decir:

-        - Cuidado, que la van a volver a liar……..Y el ahora menos que antes quiere que se lié.

Son las diez de la noche pasadas y Pepe con el carro que transporta y recoge a los viajeros a la estación de Manzanares no aparece. Ella con algo de rubor ha tenido que sacarse el pecho para dar de comer a María, se desespera en la espera y esa intranquilidad se la traspasa a su niña.

-         -Este se ha olvidao – dice el – tendré que ir a buscarlo.

-     -    No me dejes aquí sola – dice ella – que está muy oscuro.

En la oscuridad son conscientes de que es casi imposible recorrer los cuatro kilómetros que separan Manzanares de Membrilla. Los numerosos bultos que arrastra ella justo a la maleta y la niña y el frio, sobre todo el frio.

Es el frio el que decide por los dos, ella mira cómo se pierde su silueta en la negrura, la pequeña duerme el sueño de los inocentes mientras ella se encoje abrazada a su niña. Se aterroriza ante cualquier pequeño ruido de una estación que permanece yerta. El miedo la atenaza en cada instante, los minutos se hacen interminables y ella tiembla a la vez que llora por los que ha dejado atrás, padres y hermanos que se han quedado en el pequeño piso de Córdoba.

A lo lejos escucha el repicar de los cascos de la mula que arrastra el carro con una cierta fatiga, siente el resoplido y los pasos de ellos.

-         -Es que me he dormio, ya ni me acordaba……….dice Pepe a modo de disculpa.

Suben al carro, ella se va sintiendo más tranquila a medida que ve las primeras casas del pueblo. Su casa está ahí, su hogar está ahí, en Membrilla.

Ante el portón de la casa están esperando sus cuñadas.

-        - A ver esa muchacha……pero que hermosa está, habéis visto cuanto pelo tiene….

María reposa por fin en su cuna, la cuna en la que dormirá parte de su infancia, el hecho de tener parte de su familia en Córdoba la llevara a otros viajes, de momento ha superado el primero.






miércoles, 23 de enero de 2019


LA MALETA VOLADORA



Erase una vez una maleta viajera, era una maleta común de color fucsia . Una de aquellas maletas con ruedas y un asa larga para estirar pero que siempre se escondia en los días que permanecía dormida, que eran bastantes, por cierto. Pero el asa cobraba vida así notaba la ropa y otros artilugios en su interior.


La maleta, similar a miles de maletas, parecía no tener nada en especial. Seguía los pasos de la viajera que la arrastraba casi siempre nerviosa y con prisas. Hacia un ruido idéntico al de miles de maletas en su caminar: más fiiiiiiiiiiiiiiig si el suelo era muy liso o si este era rugoso hacía turrunturrunturrunnnnn. Nada especial.

Pero un día su viajera la empezó a dejar en casa y a arrastrar en sus espaldas una mochila.
-         Qué raro- pensó – con lo que pesa una mochila.

Observó que su viajera caminaba con una especie de palos, cada uno en una mano y que tenía problemas para caminar y muchos más para correr. Entonces supo que, si no era con la ayuda de otros, si no se dejaba arrastrar por otras manos, ella nunca podría volver a viajar con su viajera amiga y eso le dolió.
Sucedió poco a poco, primero intento rodar sola, lo deseo, lo deseo…pero no hubo forma, solo consiguió unos pequeños saltitos que fueron el preámbulo de lo que al final sucedió. Con tesón y con constancia todo es posible, pero también existe la magia, así que un día se levantó un milímetro, otro día un milímetro más y practicando día a día nuestra maleta consiguió volar.

Primero fueron vuelos atolondrados, porque no creáis que es fácil el arte de volar. Se necesita tener una buena vista, sentido de la orientación y un gran dominio de la aerodinámica. Pero con practica ya sabéis que todo se consigue, si y con magia que este último punto no se puede olvidar.

Y así fue como la maleta voladora sorprendió un día a su viajera, quien supo desde ese mismo instante que ahora como antes podría volver a viajar y no escatimar en ropa. Desde hace tiempo que las dos vuelven a viajar juntas. La viajera a veces cambia sus bastones por un artefacto con ruedas en la que nuestra maleta a veces se acurruca con mimo. Pero la mayoría de las veces de la maleta surge el encanto y ¡vuela! Dejando con la boca abierta a todos los viajeros que pululan a su alrededor.




LIBROS LEIDOS Y ESCUCHADOS EN EL 2021

  LECTURAS DEL AÑO 2021, VIAJANDO CON LA IMAGINACIÓN Y CON EL ALMA...... Un año más nadando entre lecturas y en este año se suman las audici...